07-02-2025, 09:04 PM
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Historia de la MONUSCO, la polémica misión de la ONU en la República Democrática del Congo
https://www.descifrandolaguerra.es/histo...del-congo/
![[Imagen: monusco-congo.jpg]](https://www.descifrandolaguerra.es/wp-content/uploads/2025/07/monusco-congo.jpg)
La MONUSCO, pese a ser la misión más cara de la ONU, no ha conseguido alcanzar sus objetivos de paz en la República Democrática del Congo. Fuente: MONUSCO/Kevin Jordan.
La Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (MONUSCO) se lanza en el año 2010, tomando el testigo de la anterior operación, conocida como MONUC, que llevaba operativa desde 1999. Tras sus dos guerra civiles, en 1996-1997 y 1998-2003, los cascos azules de la organización internacional han tratado de estabilizar el país y fomentar un marco de negociación para la paz.
Su presencia se encuentra concentrada en el este, especialmente en las provincias de Kivu del Norte, Kivu del Sur e Ituri. Los enfrentamientos en esta zona del país se remontan al genocidio de 1994 en la vecina Ruanda y al gran influjo de refugiados hutus y tutsis. A ello se suma la compleja situación social de los banyamulenge, tutsis que llevan en la República Democrática del Congo desde antes de la época colonial, pero que son acusados de ser inmigrantes.
La MONUSCO es aprobada en la resolución 1925 del Consejo de Seguridad de forma unánime en virtud del Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas. En un principio, esta misión de estabilización debía ser el preludio para la salida completa del país africano. De hecho, el Consejo de Seguridad autorizó la retirada de hasta 2.000 soldados ante las presiones de Kinsasa.
Sin embargo, este repliegue se condicionó a que el gobierno restaurase su capacidad de establecer una administración civil funcional y de desarrollar unas fuerzas de seguridad que pudieran controlar y estabilizar el territorio. Estas exigencias han contribuido a aumentar las tensiones entre la ONU y la República Democrática del Congo.
Actualmente, la MONUSCO ha sido el mayor y más caro despliegue de la historia de la ONU. También es la operación de protección de civiles más duradera de la organización, con 25 años a sus espaldas. No obstante, el este de la República Democrática del Congo sigue siendo una zona de desastre humanitario, y desde 2024, el gobierno del presidente Félix Tshisekedi ha insistido en la salida acelerada de los impopulares cascos azules.
Mandato y funciones de la MONUSCO
El mandato de la MONUSCO tiene como prioridad la protección de los civiles, seguido de la estabilización y consolidación de la paz. Así, el primer objetivo de la misión es crear las condiciones propicias para evitar que aumente la violencia, además de generar la confianza necesaria para que las fuerzas armadas y de seguridad del gobierno puedan desplegarse y asumir sus responsabilidades. Para ello, es imprescindible garantizar la protección del personal humanitario y de las instalaciones de la ONU en el terreno.
Después, para generar esa confianza, es fundamental respaldar los esfuerzos del gobierno para proteger a la población civil frente a las violaciones de derechos humanos, en particular aquellas relacionadas con la violencia sexual y basada en el género. A ello debe sumarse el apoyo de la misión a las iniciativas nacionales e internacionales orientadas al cumplimiento de la justicia, lo que incluye, entre otras medidas, el establecimiento de células de asistencia a la fiscalía.
Por otro lado, la MONUSCO debe favorecer los esfuerzos destinados a la creación de un ambiente propicio para el regreso de los desplazados, así como para su integración y reasentamiento. Otro punto relevante es el de los niños soldado y otras violaciones de los derechos de la infancia, debiendo fomentar el mecanismo de vigilancia dirigido a evitar nuevos reclutamientos.
Con esas prioridades definidas, la misión de la ONU sitúa en un segundo plano la finalización de las operaciones militares en las provincias de Kivu del Norte, Kivu del Sur y Oriental. A través de su labor de mediación política, la MONUSCO también debe contribuir a completar las actividades de desarme, desmovilización y reintegración de los grupos armados congoleños, o bien facilitar su adhesión efectiva en el ejército nacional.
En segundo lugar, a la hora de la estabilización y consolidación de la paz, se busca desarrollar fuerzas de seguridad que asuman el papel de la MONUSCO y mejoren la capacidad del gobierno para proteger a la población civil. En esta línea, la misión debe apoyar los esfuerzos de la República Democrática del Congo para fortalecer y reformar las instituciones judiciales y de seguridad, especialmente el adiestramiento a la Policía Nacional Congoleña.
Por último, se contempla consolidar la autoridad del Estado en todo el territorio libre de grupos armados mediante el despliegue de agentes adiestrados de la Policía Nacional Congoleña y el fortalecimiento de las instituciones del Estado de derecho, así como de la administración territorial.
Dentro de este objetivo también se incluye la provisión de asistencia técnica y logística para la celebración de elecciones nacionales y locales. Asimismo, se contempla impulsar la lucha contra la explotación y el comercio ilícitos de recursos naturales –con el propósito de impedir que los grupos armados se financien a través de este medio– mediante la mejora de la trazabilidad de los productos minerales.
La MONUSCO ha transitado de un mandato centrado en el mantenimiento de la paz a uno más parecido al de la imposición de la paz. El levantamiento del grupo armado M-23 en Kivu del Norte, con la toma de Goma –la capital regional– en 2012 marcó un punto de inflexión. Un año después, el Consejo de Seguridad aprobó la resolución 2098, autorizando a los cascos azules a adoptar una postura ofensiva con el objetivo de eliminar a la milicia.
![[Imagen: M23-influencia-Congo.png]](https://www.descifrandolaguerra.es/wp-content/uploads/2025/07/M23-influencia-Congo.png)
Extensión de los avances del M23 en las provincias orientales de República Democrática del Congo, los Kivus. Fuente: IPIS.
En este contexto se desplegó, por primera vez, la Brigada de Intervención de la Fuerza (FIB) para combatir abiertamente al M-23 y otros grupos armados que operan en territorio congoleño, ya sean nacionales o extranjeros. Se trataba de la primera unidad de combate ofensiva en la historia de Naciones Unidas, a la que además se autorizó el uso de vehículos aéreos no tripulados –es decir, drones– como parte de sus operaciones.
Cabe recordar que el M-23 representa los intereses de oficiales banyamulenge descontentos con el proceso de integración en el ejército nacional. La operación militar fue un éxito en derrotar al grupo armado, pero resulta evidente que no consiguió solventar el problema político ni convencer a Ruanda de que dejara de patrocinar a la milicia.
De hecho, el M-23 volvió a resurgir en 2022 –como muestra la reconquista de Goma en enero de 2025– y ya no existe la voluntad política dentro del Consejo de Seguridad para confrontar a Kigali. Un ejemplo claro de lo limitada que resulta la aproximación militar si no va acompañada de un arreglo político sostenible.
Personal y Estados contribuyentes
La misión de la MONUSCO es la más grande y las más cara que ha realizado la ONU en el ámbito de mantenimiento de la paz, contando con más de 10.000 cascos azules. Está liderada por Bintou Keita y cuenta con seis sectores y un cuartel general en Kinsasa, la capital del país. Tiene un componente civil amplio compuesto principalmente por personal nacional de la República Democrática del Congo.
Entre sus funciones está el desarrollo de las Células de Apoyo a la Acusación, que han prestado asistencia técnica, financiera y logística a las autoridades judiciales militares y civiles en la investigación y el procesamiento de presuntos autores de crímenes internacionales y otras violaciones graves de los derechos humanos, incluida la violencia sexual y el reclutamiento de niños soldados.
El componente militar está comandando por el Teniente General Ulisses de Mesquita Gomes desde enero de 2025 y tiene en su haber importantes capacidades tanto defensivas como ofensivas; la más relevante, sin duda, es la Brigada de Intervención de la Fuerza, que cuenta con casi 3.000 tropas.
En lo que respecta a los efectivos, se ha puesto un especial énfasis en incorporar personal femenino y desarrollar políticas de género para atajar los enormes problemas de violencia sexual que atraviesa el país. El 81% de las secciones y oficinas de la MONUSCO cuentan con un análisis de género de su trabajo en el que se especifican las necesidades y las formas de implicar a las mujeres y las niñas congoleñas –junto con hombres y niños– para que se beneficien de las operaciones de la misión.
Por otro lado, el personal de los cascos azules, militares y policías proviene de más de 50 países, siendo los Estados africanos y del sur de Asia los que tienen mayor presencia. En el componente militar, los tres contribuyentes más importantes son Bangladés, Nepal y Sudáfrica: en conjunto comprenden casi el 40% de las tropas del contingente. En cuanto al componente policial, destaca Senegal, que con 546 oficiales representa casi el 50% del personal desplegado, seguido a considerable distancia por Egipto, Bangladés e India.
Los escándalos de la MONUSCO
La MONUSCO no cumple los principios clásicos de las Operaciones de Mantenimiento de la Paz. En primer lugar, el principio de consentimiento de los Estados afectados, en este caso la República Democrática del Congo, es poco claro. Sucesivos gobiernos congoleños han pedido la salida de la misión: desde Joseph Kabila en 2010 a Félix Tshisekedi en 2024.
Es cierto que el mantenimiento de la misión no se ha hecho completamente en contra la voluntad del gobierno, pero es clara la desafección en la sociedad congoleña. Muchos ven a la MONUSCO más como un obstáculo que como una ayuda. La limitada soberanía de Kinsasa ha obligado a mantener la presencia de la operación, aunque sin gran entusiasmo, ya que es percibida en gran medida como una imposición externa.
En segundo lugar, no ha conseguido cumplir el principio de imparcialidad. Al menos de cara al público, en demasiadas ocasiones la percepción local es que la MONUSCO ha ayudado a proteger a las milicias banyamulenge en lugares como Mikenge, donde al parecer los combatientes se refugiaron en el campo de desplazados que estaba junto a la base de la ONU. Este tipo de situaciones ha alimentado el resentimiento hacia los cascos azules y ha derivado en repetidas protestas y disturbios contra su presencia en el país.
Otro principio clásico es no emplear la fuerza salvo en legítima defensa o para proteger el mandato. Sin embargo, la MONUSCO no responde a esa lógica tradicional. Se enmarca en lo que se conoce como tercera generación de misiones: más proactivas, menos reactivas. Aunque no llega a ser una operación de imposición de la paz en sentido estricto, al estar regulada bajo el Capítulo VII de la Carta de la ONU, dispone de autorización para lanzar ofensivas contra grupos armados.
De hecho, los residentes critican duramente las operaciones de contrainsurgencia de la MONUSCO, afirmando que los aviones desplegados para bombardear los campamentos de grupos armados han matado a decenas de civiles que los rebeldes utilizaban como rehenes. Como se ha mencionado, la misión también cuenta con la Brigada de Intervención de la Fuerza, una unidad especializada con un mandato inusual para el mantenimiento de la paz: neutralizar a los grupos armados.
En cuarto lugar, la MONUSCO ha sido muy disfuncional en el cumplimiento de sus objetivos.
La protección de los civiles es deficiente, llegando a ser los cascos azules en ocasiones los perpetradores de la violencia, especialmente la sexual. Además, no suele haber asunción de responsabilidades: muchos residentes señalan abusos sexuales y expolio generalizados por parte de las fuerzas de paz, alegando que las tropas frecuentan bares y burdeles locales, y que algunos engendran hijos con mujeres a las que luego abandonan bruscamente.
Respecto al segundo objetivo, de estabilización de la paz, los propios informes al Consejo de Seguridad realizados por el jefe de la MONUSCO afirmaron en 2024 que al ejército le resultaba “difícil” desplegar tropas en lugares anteriormente protegidos por las fuerzas de mantenimiento de la paz, dados sus limitados recursos y los conflictos entre sus prioridades de seguridad.
Está claro que no se ha cumplido un mandato que incluye apoyar al disfuncional ejército de la República Democrática del Congo en la estabilización de la región oriental y la protección de la población civil. Para más inri, el propio ejército congoleño es uno de los mayores perpetradores de violencia contra la población local.
Asimismo, aunque la presencia de la MONUSCO puede haber evitado un caos mayor, siguen floreciendo más de 100 grupos armados, y un resurgente grupo rebelde M-23, apoyado por Ruanda, amenaza las principales ciudades como se ha visto con la toma de Goma.
En definitiva, el único principio que cumple completamente es el de la legitimidad internacional, pues la misión fue aprobada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas unánimemente y ha sido renovada de forma periódica; la última vez en diciembre de 2024.
https://www.descifrandolaguerra.es/histo...del-congo/
![[Imagen: monusco-congo.jpg]](https://www.descifrandolaguerra.es/wp-content/uploads/2025/07/monusco-congo.jpg)
La MONUSCO, pese a ser la misión más cara de la ONU, no ha conseguido alcanzar sus objetivos de paz en la República Democrática del Congo. Fuente: MONUSCO/Kevin Jordan.
La Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (MONUSCO) se lanza en el año 2010, tomando el testigo de la anterior operación, conocida como MONUC, que llevaba operativa desde 1999. Tras sus dos guerra civiles, en 1996-1997 y 1998-2003, los cascos azules de la organización internacional han tratado de estabilizar el país y fomentar un marco de negociación para la paz.
Su presencia se encuentra concentrada en el este, especialmente en las provincias de Kivu del Norte, Kivu del Sur e Ituri. Los enfrentamientos en esta zona del país se remontan al genocidio de 1994 en la vecina Ruanda y al gran influjo de refugiados hutus y tutsis. A ello se suma la compleja situación social de los banyamulenge, tutsis que llevan en la República Democrática del Congo desde antes de la época colonial, pero que son acusados de ser inmigrantes.
La MONUSCO es aprobada en la resolución 1925 del Consejo de Seguridad de forma unánime en virtud del Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas. En un principio, esta misión de estabilización debía ser el preludio para la salida completa del país africano. De hecho, el Consejo de Seguridad autorizó la retirada de hasta 2.000 soldados ante las presiones de Kinsasa.
Sin embargo, este repliegue se condicionó a que el gobierno restaurase su capacidad de establecer una administración civil funcional y de desarrollar unas fuerzas de seguridad que pudieran controlar y estabilizar el territorio. Estas exigencias han contribuido a aumentar las tensiones entre la ONU y la República Democrática del Congo.
Actualmente, la MONUSCO ha sido el mayor y más caro despliegue de la historia de la ONU. También es la operación de protección de civiles más duradera de la organización, con 25 años a sus espaldas. No obstante, el este de la República Democrática del Congo sigue siendo una zona de desastre humanitario, y desde 2024, el gobierno del presidente Félix Tshisekedi ha insistido en la salida acelerada de los impopulares cascos azules.
Mandato y funciones de la MONUSCO
El mandato de la MONUSCO tiene como prioridad la protección de los civiles, seguido de la estabilización y consolidación de la paz. Así, el primer objetivo de la misión es crear las condiciones propicias para evitar que aumente la violencia, además de generar la confianza necesaria para que las fuerzas armadas y de seguridad del gobierno puedan desplegarse y asumir sus responsabilidades. Para ello, es imprescindible garantizar la protección del personal humanitario y de las instalaciones de la ONU en el terreno.
Después, para generar esa confianza, es fundamental respaldar los esfuerzos del gobierno para proteger a la población civil frente a las violaciones de derechos humanos, en particular aquellas relacionadas con la violencia sexual y basada en el género. A ello debe sumarse el apoyo de la misión a las iniciativas nacionales e internacionales orientadas al cumplimiento de la justicia, lo que incluye, entre otras medidas, el establecimiento de células de asistencia a la fiscalía.
Por otro lado, la MONUSCO debe favorecer los esfuerzos destinados a la creación de un ambiente propicio para el regreso de los desplazados, así como para su integración y reasentamiento. Otro punto relevante es el de los niños soldado y otras violaciones de los derechos de la infancia, debiendo fomentar el mecanismo de vigilancia dirigido a evitar nuevos reclutamientos.
Con esas prioridades definidas, la misión de la ONU sitúa en un segundo plano la finalización de las operaciones militares en las provincias de Kivu del Norte, Kivu del Sur y Oriental. A través de su labor de mediación política, la MONUSCO también debe contribuir a completar las actividades de desarme, desmovilización y reintegración de los grupos armados congoleños, o bien facilitar su adhesión efectiva en el ejército nacional.
En segundo lugar, a la hora de la estabilización y consolidación de la paz, se busca desarrollar fuerzas de seguridad que asuman el papel de la MONUSCO y mejoren la capacidad del gobierno para proteger a la población civil. En esta línea, la misión debe apoyar los esfuerzos de la República Democrática del Congo para fortalecer y reformar las instituciones judiciales y de seguridad, especialmente el adiestramiento a la Policía Nacional Congoleña.
Por último, se contempla consolidar la autoridad del Estado en todo el territorio libre de grupos armados mediante el despliegue de agentes adiestrados de la Policía Nacional Congoleña y el fortalecimiento de las instituciones del Estado de derecho, así como de la administración territorial.
Dentro de este objetivo también se incluye la provisión de asistencia técnica y logística para la celebración de elecciones nacionales y locales. Asimismo, se contempla impulsar la lucha contra la explotación y el comercio ilícitos de recursos naturales –con el propósito de impedir que los grupos armados se financien a través de este medio– mediante la mejora de la trazabilidad de los productos minerales.
La MONUSCO ha transitado de un mandato centrado en el mantenimiento de la paz a uno más parecido al de la imposición de la paz. El levantamiento del grupo armado M-23 en Kivu del Norte, con la toma de Goma –la capital regional– en 2012 marcó un punto de inflexión. Un año después, el Consejo de Seguridad aprobó la resolución 2098, autorizando a los cascos azules a adoptar una postura ofensiva con el objetivo de eliminar a la milicia.
![[Imagen: M23-influencia-Congo.png]](https://www.descifrandolaguerra.es/wp-content/uploads/2025/07/M23-influencia-Congo.png)
Extensión de los avances del M23 en las provincias orientales de República Democrática del Congo, los Kivus. Fuente: IPIS.
En este contexto se desplegó, por primera vez, la Brigada de Intervención de la Fuerza (FIB) para combatir abiertamente al M-23 y otros grupos armados que operan en territorio congoleño, ya sean nacionales o extranjeros. Se trataba de la primera unidad de combate ofensiva en la historia de Naciones Unidas, a la que además se autorizó el uso de vehículos aéreos no tripulados –es decir, drones– como parte de sus operaciones.
Cabe recordar que el M-23 representa los intereses de oficiales banyamulenge descontentos con el proceso de integración en el ejército nacional. La operación militar fue un éxito en derrotar al grupo armado, pero resulta evidente que no consiguió solventar el problema político ni convencer a Ruanda de que dejara de patrocinar a la milicia.
De hecho, el M-23 volvió a resurgir en 2022 –como muestra la reconquista de Goma en enero de 2025– y ya no existe la voluntad política dentro del Consejo de Seguridad para confrontar a Kigali. Un ejemplo claro de lo limitada que resulta la aproximación militar si no va acompañada de un arreglo político sostenible.
Personal y Estados contribuyentes
La misión de la MONUSCO es la más grande y las más cara que ha realizado la ONU en el ámbito de mantenimiento de la paz, contando con más de 10.000 cascos azules. Está liderada por Bintou Keita y cuenta con seis sectores y un cuartel general en Kinsasa, la capital del país. Tiene un componente civil amplio compuesto principalmente por personal nacional de la República Democrática del Congo.
Entre sus funciones está el desarrollo de las Células de Apoyo a la Acusación, que han prestado asistencia técnica, financiera y logística a las autoridades judiciales militares y civiles en la investigación y el procesamiento de presuntos autores de crímenes internacionales y otras violaciones graves de los derechos humanos, incluida la violencia sexual y el reclutamiento de niños soldados.
El componente militar está comandando por el Teniente General Ulisses de Mesquita Gomes desde enero de 2025 y tiene en su haber importantes capacidades tanto defensivas como ofensivas; la más relevante, sin duda, es la Brigada de Intervención de la Fuerza, que cuenta con casi 3.000 tropas.
En lo que respecta a los efectivos, se ha puesto un especial énfasis en incorporar personal femenino y desarrollar políticas de género para atajar los enormes problemas de violencia sexual que atraviesa el país. El 81% de las secciones y oficinas de la MONUSCO cuentan con un análisis de género de su trabajo en el que se especifican las necesidades y las formas de implicar a las mujeres y las niñas congoleñas –junto con hombres y niños– para que se beneficien de las operaciones de la misión.
Por otro lado, el personal de los cascos azules, militares y policías proviene de más de 50 países, siendo los Estados africanos y del sur de Asia los que tienen mayor presencia. En el componente militar, los tres contribuyentes más importantes son Bangladés, Nepal y Sudáfrica: en conjunto comprenden casi el 40% de las tropas del contingente. En cuanto al componente policial, destaca Senegal, que con 546 oficiales representa casi el 50% del personal desplegado, seguido a considerable distancia por Egipto, Bangladés e India.
Los escándalos de la MONUSCO
La MONUSCO no cumple los principios clásicos de las Operaciones de Mantenimiento de la Paz. En primer lugar, el principio de consentimiento de los Estados afectados, en este caso la República Democrática del Congo, es poco claro. Sucesivos gobiernos congoleños han pedido la salida de la misión: desde Joseph Kabila en 2010 a Félix Tshisekedi en 2024.
Es cierto que el mantenimiento de la misión no se ha hecho completamente en contra la voluntad del gobierno, pero es clara la desafección en la sociedad congoleña. Muchos ven a la MONUSCO más como un obstáculo que como una ayuda. La limitada soberanía de Kinsasa ha obligado a mantener la presencia de la operación, aunque sin gran entusiasmo, ya que es percibida en gran medida como una imposición externa.
En segundo lugar, no ha conseguido cumplir el principio de imparcialidad. Al menos de cara al público, en demasiadas ocasiones la percepción local es que la MONUSCO ha ayudado a proteger a las milicias banyamulenge en lugares como Mikenge, donde al parecer los combatientes se refugiaron en el campo de desplazados que estaba junto a la base de la ONU. Este tipo de situaciones ha alimentado el resentimiento hacia los cascos azules y ha derivado en repetidas protestas y disturbios contra su presencia en el país.
Otro principio clásico es no emplear la fuerza salvo en legítima defensa o para proteger el mandato. Sin embargo, la MONUSCO no responde a esa lógica tradicional. Se enmarca en lo que se conoce como tercera generación de misiones: más proactivas, menos reactivas. Aunque no llega a ser una operación de imposición de la paz en sentido estricto, al estar regulada bajo el Capítulo VII de la Carta de la ONU, dispone de autorización para lanzar ofensivas contra grupos armados.
De hecho, los residentes critican duramente las operaciones de contrainsurgencia de la MONUSCO, afirmando que los aviones desplegados para bombardear los campamentos de grupos armados han matado a decenas de civiles que los rebeldes utilizaban como rehenes. Como se ha mencionado, la misión también cuenta con la Brigada de Intervención de la Fuerza, una unidad especializada con un mandato inusual para el mantenimiento de la paz: neutralizar a los grupos armados.
En cuarto lugar, la MONUSCO ha sido muy disfuncional en el cumplimiento de sus objetivos.
La protección de los civiles es deficiente, llegando a ser los cascos azules en ocasiones los perpetradores de la violencia, especialmente la sexual. Además, no suele haber asunción de responsabilidades: muchos residentes señalan abusos sexuales y expolio generalizados por parte de las fuerzas de paz, alegando que las tropas frecuentan bares y burdeles locales, y que algunos engendran hijos con mujeres a las que luego abandonan bruscamente.
Respecto al segundo objetivo, de estabilización de la paz, los propios informes al Consejo de Seguridad realizados por el jefe de la MONUSCO afirmaron en 2024 que al ejército le resultaba “difícil” desplegar tropas en lugares anteriormente protegidos por las fuerzas de mantenimiento de la paz, dados sus limitados recursos y los conflictos entre sus prioridades de seguridad.
Está claro que no se ha cumplido un mandato que incluye apoyar al disfuncional ejército de la República Democrática del Congo en la estabilización de la región oriental y la protección de la población civil. Para más inri, el propio ejército congoleño es uno de los mayores perpetradores de violencia contra la población local.
Asimismo, aunque la presencia de la MONUSCO puede haber evitado un caos mayor, siguen floreciendo más de 100 grupos armados, y un resurgente grupo rebelde M-23, apoyado por Ruanda, amenaza las principales ciudades como se ha visto con la toma de Goma.
En definitiva, el único principio que cumple completamente es el de la legitimidad internacional, pues la misión fue aprobada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas unánimemente y ha sido renovada de forma periódica; la última vez en diciembre de 2024.
"Mas vale ser aguila un minuto que sapo la vida entera".